Por Victoria Toro
Actualizado 29 de julio de 2017
El divorcio de los padres es una de las situaciónes más difíciles que puede vivir una familia.
Todos se ven afectados por él. La pareja y los hijos tienen que pasar por la ruptura y después,
aprender a vivir de otra manera distinta a como vivían antes.
El divorcio genera estrés en todos los miembros de la familia, tanto a los padres como a los
hijos y obliga a enfrentarse a situaciones nuevas y desconocidas.
Pero es muy diferente un divorcio cuando la pareja no tiene hijos a cuando existen niños,
preadolescentes o adolescentes o en la familia. En este segundo caso, los padres, además de
ocuparse de la propia separación deben atender que sus hijos sufran lo menos posible y pasen
por esa situación de forma que no les marque excesivamente.
Para ello, y a pesar de que normalmente alguien que se está divorciando no está en las
mejores condiciones posibles, deben ocuparse del bienestar de los hijos. Tampoco es lo mismo
si los hijos son niños o si ya son adolescentes, en cada caso, los chicos necesitarán una
atención diferente.
En el caso de las familias con hijos adolescentes, estos tendrán muchas preguntas que
necesitarán respuesta y deben ser sus padres quienes se las den.
Los miedos de los hijos ante el divorcio:
¿Por qué? La primera pregunta que se hacen los hijos es por qué se separan sus padres.
La respuesta a esa pregunta debe ser sincera y clara. Los padres no tienen que dar todo
tipo de explicaciones a sus hijos pero estos sí deben conocer las razones por las que
los padres han decidido divorciarse.
1.
¿Es culpa mía? La mayoría de los adolescentes se sienten más o menos culpables ante
el divorcio de sus padres. Es muy importante que estos se encarguen de explicarles
que el divorcio es solo entre la pareja y que los hijos no tienen ninguna
responsabilidad en él y, por supuesto, ninguna culpa.
2.
¿Me abandonarán? Los chicos y chicas temen que sus padres, o uno de ellos, los
abandonen tras el divorcio. Es importante que durante la etapa de transición ambos
padres pasen tiempo con ellos para eliminar esas dudas
¿Cómo va a cambiar mi vida? Un divorcio introduce cambios profundos en la vida de la
familia. Es conveniente que los padres expliquen pronto a sus hijos en qué van a
consistir esos cambios. Si van a mudarse de ciudad, si tendrán que cambiar de escuela,
si la economía familiar se va a ver efectada. Con tacto y cariño hay que hablar con
ellos de todas esas cosas.
4.
¿Tengo que tomar partido? Muchos adolescentes se sienten inclinados a proteger más
a uno de los padres, o dudan si deben tomar partido por la madre o el padre. Lo mejor
es que sus padres no trasladen hasta ellos los problemas de la pareja y que hagan lo
que sea para que sean las que sean las causas del divorcio, los hijos no se vean
salpicados por ellas. De esa manera será mucho más fácil que el adolescente siga
teniendo con su madre y su padre una relación similar a la que tenía antes del
divorcio.
5.
Mantener el contacto. Lo más habitual es que los hijos se queden con uno de los
padres y vean menos al otro. En esos casos hay que conseguir que el contacto con el
progenitor que ya no vive en la casa se mantenga. Para ello son valiosísimas las
nuevas formas de comunicación: celular, email, programas de chat o de contacto a
través de la computadora…
Situaciones frecuentes a las que hay que enfrentarse
Durante un divorcio y tras él los padres deberán enfrentarse a algunas situaciones nuevas.
1.
Quién va a las celebraciones. Cuando tras el divorcio la pareja no mantiene buenas
relaciones se producen una serie de acontecimientos que deben ser resueltos y uno de
los más frecuentes es quién de los dos acude a los acontecimientos protagonizados
Los chicos necesitan hablar de lo que está pasando. Un divorcio es una situación muy
traumática para la mayoría de los adolescentes. Y necesitarán hablar de ello con un
adulto que los escuche y aconseje. Los padres deben ocuparse de ayudarles a
encontrar con quién hacerlo. Algún familiar o amigo de la familia con el que los chicos
tengan una buena relación es la mejor opción pero también puede optarse por un
terapeuta. Además muchas escuelas y comunidades tienen grupos de apoyo para
chicos que están pasando por esa situación. Acudir a ellos puede ser muy beneficioso
para los adolescentes. Los padres también pueden aprovechar esta situación para que
las relaciones de los adolescentes con sus hermanos y sus abuelos se afiancen en ese
momento.